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      La prestigiosa Universidad enfrenta sus horas más negras al destaparse un 
      caso de muerte y abuso de animales. Los expertos de la entidad daban 
      consejos sobre cómo castigar a los primates.  
      
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      Maltrato, abuso y 
      muerte de monos de laboratorio. La Universidad de Cambridge enfrenta uno 
      de los mayores escándalos de su historia. Un activista defensor de 
      animales -que logró infiltrarse como técnico en uno de los centros de 
      investigación de la institución- sacó a la luz las atrocidades a la que 
      fue sometido un grupo de primates, algunos de los cuales terminaron 
      muertos.  
       
      La operación encubierta demostró que, en un laboratorio donde se 
      desarrollaban investigaciones para encontrar tratamientos para los males 
      de Parkinson y Huntington, a varios monos se les quitó la tapa de los 
      sesos para inducir a que tuvieran más estímulos en sus cerebros.  
       
      Además, el activista, que trabajaba como técnico de laboratorio, denunció 
      que monos con parálisis permanecían más de 15 horas sin ningún tipo de 
      cuidado mientras que otros eran encontrados muertos en las mañanas.  
       
      Así quedó claramente demostrado que los científicos de Cambridge no 
      respetaron las normas mínimas de salvaguarda y protección de los animales 
      de laboratorio, informa hoy 13 de Abril de 2005 el diario
      
      The Independent de Londres.  
       
      Incluso, los papers internos de los expertos de Cambridge daban a los 
      técnicos de laboratorio y científicos consejos sobre como manejar los 
      diferentes problemas que pudieran surgir en el trato diario con estos 
      animales durante y después de los experimentos.  
       
      Los papers describían cómo los monos podían gritar, tener miedo e ira 
      durante los experimentos y explicaban como en ocasiones intentaba salirse 
      de sus jaulas o cajas. Los científicos llegaron a recibir consejos sobre 
      cómo castigar “estos malos hábitos de los monos”.  
       
      Richard Drabble de la Unión Británica para la Abolición de la Vivisección 
      (BUAV), declaró ante un alto tribunal de justicia que la evidencia 
      encontrada –papers incluidos- contradicen la percepción generalizada de 
      que los animales son bien cuidados y protegidos bajo el Acta de 1986 sobre 
      procedimientos científicos con animales.  
       
      La investigación apunta con todo contra Jon Richmond, jefe inspector de 
      los animales, quien rechazó las demandas de BUAV y se defendió diciendo 
      que no se deberían haber otorgado este tipo de permisos o que deberían 
      haberse hecho cumplir las normas con más severidad para asegurar que los 
      monos no fuesen sometidos a tales sufrimientos.  
       
      Mientras Cambridge podría perder las licencias para realizar este tipo de 
      experimentos, la Justicia enfrenta el problema de probar que se haya 
      actuado con malicia y perversión. El juez de la causa autorizó a la BUAV 
      para que colabore en el caso. La entidad tiene en sus manos la oportunidad 
      de poner en evidencia a la Home Secretary – departamento encargado de 
      otorgar los permisos para investigaciones con animales- quien debería 
      haber considerado qué vale más sí un experimento o la vida de los 
      animales.  
       
      Antes de otorgar una licencia, la Home Secretary debe evaluar el nivel de 
      sufrimiento al que será sometido un animal contra los beneficios que el 
      experimento podrá traerle a las personas.  
       
      El tribunal superior investiga también las restricciones de agua y 
      alimentos a las que fueron sometidos los animales.  
       
      Las investigaciones con grandes simios están prohibidas desde 1998 en 
      Europa.  
  
      
       
        
      
         
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